viernes, 11 de marzo de 2011

Noche cualquiera



Una noche cualquiera de invierno, en la inmensidad del mundo, dos jóvenes cualquiera con el único deseo de sentirse, infundidos por el encantamiento y seducidos por la idea de compartir su cariño, se encuentran sentados a altas horas de la noche sobre la húmeda arena que ha dejado la marea y viendo como el silencio de la oscuridad es suspendido de forma intermitente por el acompasado y armonioso sonido del tenue oleaje.
Cercanos charlotean acerca de sus inquietudes mientras no dejan ni un instante de reir alegres bajo la atenta mirada de las estrellas que yacen chispeantes en el firmamento.
Abrazados, arropados con la chaqueta de él, el frío es menos frío y la humedad pasa desapercibida, el aire helado no puede penetrar en su cálida burbuja. Un espacio en el mundo para ellos, para nadie más, inaccesible, suyo solo suyo, fuera de ese pequeño universo creado por esos cuerpos se abre el abismo.

Prendados, observándose, abrazándose, sonriéndose, estudiándose, en un tiempo que parece infinito, las olas y la luz del faro es lo único que a su alrededor se manifiesta mientras concentrados en realizar su simple tarea y constantes en su acompasado y aburrido trabajo, espían a los adolescentes como se besan apasionadamente acariciando sus cuerpos. Son testigo del cariño que comparten y al mismo tiempo hacen percatarse a los jóvenes de que el tiempo pasa, que no es infinito y tienen que salir de su cúpula invisible para volver a la realidad caminando sobre la húmeda arena dejando las huellas de su atracción.



Porque el tiempo no es infinito, el tiempo corre e irremediablemente se acaba.


Es difícil saber hacer de las noches cualquiera, las mejores.

1 comentario:

  1. Saber disfrutar de las pequeñas y de las grandes cosas es un Arte! Besos

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